Viaje de Estudios a Grecia del IES MIGUEL CATALÁN
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Viaje al tiempo en el tiempo
Viajamos al tiempo del mito, cuando el tiempo no es tiempo, sino eternidad. El mito nos habla de aquello que nunca existió, pero que siempre será. Salimos del tiempo histórico, nuestro tiempo, preñado de prisas y proyectos, de sueños como el progreso y reacciones malsanas como todos los totalitarismos que en el mundo han sido, siempre construidos sobre la alienación y la sangre, sobre la torpeza y la estupidez. El viaje a Grecia es el viaje. La vida es el viaje. Al origen, al manantial de la sabiduría, al tiempo mítico donde respira el mundo. Contemplamos la belleza, la proporción, la razón, pero también la miseria, el dolor, la ignorancia. El bien y el mal. La replandeciente Acrópolis y la vecindad mugrienta de Omonia, viejo destino de la Armonía. Nos embriaganmos de vida en Plaka, calles Pandrosu y Adrianous, pletóricas de gestos y risa, plaza de Monastirakis, donde resplandecen todos los blancos y los azules, colores de esta tierra, donde resuenan todos los ecos de su memoria mítica. Medida y embriaguez. El mito en carne viva, no la historia, ruinosa siempre.
jueves, 9 de septiembre de 2010
La Iliada, Canto III
“[…] Paris el hermoso príncipe, también llamado Alejandro, iba en la vanguardia, montado en su carro de guerra, desafiando a los aqueos a que sostuvieran con él combate personal. El rey Menelao Atrida, rey de Esparta, divisó al lindo príncipe, descendiendo de su carro para atacarle a pie. Pensando que había llegado el momento de cobrar venganza, se dirigió hacia el jovenzuelo que le había hecho la terrible injuria de robarle a su esposa Helena, célebre por su belleza y por ser hija de Leda y Cisne. Vestía el Atrida, su coraza de bronce y casco empenachado de rojo, además de las armas griegas (lanza arrojadiza y espada corta).
Pero aún no había llegado el momento de la venganza para Menelao Atrida, pues cuando Paris Priámida, hermoso como un dios, lo distinguió, sintió sus miembros debilitarse del espanto y que su corazón se enturbiaba de débil inseguridad. Pálido el rostro y temeroso el ánimo, retrocedió confundido, hasta ocultarse entre sus amigos.
Pero aún no había llegado el momento de la venganza para Menelao Atrida, pues cuando Paris Priámida, hermoso como un dios, lo distinguió, sintió sus miembros debilitarse del espanto y que su corazón se enturbiaba de débil inseguridad. Pálido el rostro y temeroso el ánimo, retrocedió confundido, hasta ocultarse entre sus amigos.
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